Blogia
nosesitequieroquerer

Cucarachas

Se sentó entre aquel montón de latas. Desde su llegada lo único inteligente que había podido hacer era beber. Resultó divertido ver como sus dientes rechinaban contra el metal, sentir como sus latidos se aproximaban a la vejez. Preguntadle a Luis, creo que él sabrá responder mejor a vuestras estúpidas preguntas. Nos contó su vida, su penosa y desgraciada vida. Dijo que quería suicidarse, nosotros sólo la ayudamos un poco. Aquella cucaracha tenía mucha hambre, no follaba desde hacía cuatro años. Ya ves, el destino a veces es un poco traidor. Dios los cría y ellos solos se juntan, que dicen, o no. Apechuguemos con las consecuencias de todos nuestros actos. Fue extraño, nunca me había costado tanto matar a una víctima. El resplandor en sus ojos, aquella mirada perdida suplicando clemencia; a la poli le costó relacionar su muerte con las demás violaciones. Creo que la palabra era amor. Conseguí que me amara, por unos instantes el dolor se apoderó de mí. Me dolía el pijo de tanta ternura. Después Luis le arrancó los pelos del coño con tanta pasión que logré que se me levantara lo suficiente para penetrarla. Dios, ver como gritaba y se plegaba sobre sí misma. Y luego dejamos que se emborrachara y nos contara aquello con su pútrido aliento. Latas y latas de cerveza, hicimos que se despedazara ella poco a poco. Primero sus piernas, le dijimos que el pegamento industrial era cera fría. Se reía mientras tiraba a trozos su piel por la ventana. Luis jamás había estado tan excitado como aquella tarde, yo en cambio llegué a casa sin ganas de hacerle el amor a mi mujer. De seguido acordamos pedirle que se cortara los dedos de las manos con los botes que se había terminado, le hicimos creer que las felaciones eran mucho más intensas si las manos estaban inutilizadas. Eso le gustó. Quiso probar y me tocó a mí sufrir aquel desvarío de tensiones y sesiones destronadas desde hacía años. Luis me la metía mientras ella me chupaba el semen sin indulgencia, dejando que la sangre que corría ahuyentara los fantasmas. Cuando terminó, empezó a sentir verdadero dolor y sus ganas de morir retrasaron las mías de que muriera; pero Luis ya se había cansado y salimos de allí dejándola tirada en aquel basurero de latas de cerveza. Llegar a casa y fumarme mi chinita de hachís. Y ahora me ha tocado a mí sentarme entre aquel montón de latas, y es que las cucarachas siempre vuelven al rincón de mierda de donde provienen. Preguntadle a Luis...

0 comentarios