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Amor se escribe con G

Niebla. Pocas veces me he sentido niebla. Hoy más que nunca soy niebla, completamente niebla. Perdida en la niebla, buscando Amor, o quizá cualquier otra cosa que se le parezca. Solamente niebla. Delirios y niebla. ¡Tanta niebla a mi alrededor! Te diría que me quisieras, a tí que nunca has querido a nadie. Pero sólo acierto a decir niebla. Esto es el deseo, esto es el amor, esto es la vida. La ecuación correcta se lee niebla. Y así me paso la noche, que es aún más obscura si cabe. Dime si entiendes lo que me ocurre: auscúlteme usté, doctó, dígame si mi enfermedad es tan grave como dolorosa; y responde Soledad. Hay llanto, llanto escudero. Es mi espada frente a esta estúpida niebla que me ahoga. Resbaladizo, pegajoso, escatológico. Un escudo que no sacrifica mis sueños para convertirlos en mierda. Sólo lloro para que se escurran los miedos a través de la niebla. Hoy soy niebla. Todo es niebla. Y el único amor que me encoge el alma se escribe con G de felino hambriento, ese dios tan erótico y tan humano, tan milenario o más que el propio sentimiento al que llamamos amor. ¿Por qué no? Desear no es malo, desear no es un pecado. Y te deseo, la llama aún está encendida. . Es la luz que ilumina mi camino a través de la niebla. Hoy soy niebla, mañana seré niebla. ¿Alguna otra idea más? A mil kilómetros de tí, no hay más razones.

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